Cuando es de noche, hay tiempo. Quizá no para realizar actividades que haríamos con luz de día, pero sí para nosotros, por más mínimo que sea. Llega un momento de reflexión, de ver nuestra vida como espectadores de la misma. Es donde surgen los sentimientos profundos y complejos, traducidos en miles de pensamientos. Y estás solo tú, para comprenderlos. Tratas de atenderlos y expresarlos de alguna manera. Cada quién lo hace diferente. Algunos escribimos, aunque no sea realmente nuestro fuerte, e incluso, aunque no tengamos intención de que llegue a un lector. Usamos lo que nos sirve, lo que nos sirve para recibir un poco de calma, entendimiento y silencio, a la mente sobrecargada. Bienvenido sea el umbral del conticinio.